martes, 26 de agosto de 2014

Descubren una familia que hace vida cimarrona en Los Haitises


MANUEL ANTONIO VEGA 

LOS HAITIESES, Sabana de la Mar.- En la parte Este del parque nacional Los Haitises, rodeado de arbustos y enredaderas, durmiendo sobre pencas de yagua de palma real, expuesto a las picadas de mosquitos y arácnidos, muy alejado de la civilización malvive una familia con cuatro hijos, que se resiste salir del lugar por no tener un lugar digno donde vivir.
La “casa” donde habita Nicolás Santana (Mensito) y Margarita Franco y sus cuatro hijos, es un taburete o enramada forrada y techada con pencas de yagua, a la que el viento y las inclemencias del tiempo la han desaliñado o deteriorado, advirtiéndose que está a punto de desplomarse.
La piel de los niños se ha convertido en “piel de jabalí”, cubierta de una gruesa escama por el polvo y el poco aseo, que al parecer reciben. La Indigencia lo arropa.
Los hijos: Ana Iris, de 8 años; Miguel Ángel de 6; Miguelito de 4 y María Isabel de 3 años, no conocen el cuaderno y el lápiz, porque nunca han ido a una escuela y la más cercana está a 40 kilómetros en el municipio de Sabana de la Mar.
En la vivienda no hay sillas en que sentarse, por lo que los niños se pasan el día y la noche en el suelo, ya que duermen sobre yaguas, sin mosquiteros ni otra cosas que pueda protegerlo de las picadas de mosquitos y otras alimañas.
Los niños conocieron ropas en estos días, cuando Carlos López Calcaño (El Carnal), quien localizó la familia,  regresó de nuevo al lugar, movido por la condición de pobreza extrema en que viven, que duermen sobre yagua, los niños sin zapatos, ropas y falto de una buena alimentación.
Las necesidades fisiológicas las realizan en el bosque y el aseo escasea, porque hay que buscar el agua a distancia.
Cuecen los alimentos sobre tres piedras volcánicas, de las que abundan en la zona.
Nicolás Santana alcanzó un tercer curso de primaria, durante la Era de Trujillo, pero Altagracia nunca estuvo frente a una pizarra ni agarrar un cuaderno y lápiz para escribir.
Al parecer es vulnerable a las picadas de mosquitos, ya que le han puesto tunoso el rostro.
Durante la noche padres e hijos están expuestos a las picadas de mosquitos y arácnidos, porque duermen sin mosquiteros y sin amparo de otra claridad que no sea en tiempo de luna llena o las luces de luciérnagas y cocuyos que abundan en la zona.
Actualmente la jefa del hogar tiene ocho meses de embarazo y no sabe si es hembra o varón, porque les tiene fobia a los médicos.
EL ENCUENTRO
Luis Carlos López Calcaño, técnico del ministerio de Medio Ambiente en Sabana de la Mar, fue quien descubrió que esta familia vivía aislada de la civilización, cuando supervisando la zona buscando nidos del Gavilán de la Hispaniola, se encontró con el dramático cuadro que envuelve a esta humilde familia.
 “Esta gente vive en lo profundo de Los Haitises, más allá de la zona Llanada Grande, a unas tres horas a caballo, partiendo de la zona turística de Caño Hondo”, comentó López Calcaño, quien pidió al gobierno ir en auxilio de esa gente.
La familia se alimenta de víveres cultivados por Mensito, leche que da una vaca que tienen y de frutos silvestres que recogen en medio del bosque de la reserva ecológica. Conocen la carne cuando el jefe de familia logra atrapar un jabalí o guinea alzada con trampas rurales que prepara, para la supervivencia.
Comen arroz, carne de pollo o res, sardina, salami y huevo cuando el jefe familiar logra sacar algunos quintales de yautía y va al pueblo de Sabana de la Mar, a vender.
Cuando se agotan los fósforos, entonces, Mensito frotas dos rocas volcánicas, que abundan en la zona, para producir fuego.
Las niñas no conocen las muñecas y los varones los carritos para jugar, porque los pocos que consigue el padre son “para comprar algunas libras de arroz y mestura cada seis o siete meses, cuando vende yautía”
DOLOR DE CABEZA”
Mensito solo dice que le duele la cabeza cuando piensa en el futuro y la educación de sus hijos, esperando que “Dios ilumine a alguien y lo ayuda a salir del bosque y tener un techo seguro donde tener a sus hijos y esposa”.
 Las niñas de Mensito y Altagracia tienen deseo de estudiar para “hacernos doctoras para curar a papá y mamá y los vecinos cuando vivamos allá en el pueblo de Sabana de la Mar”.
Altagracia y Nicolás Santana son nativos de Sabana de la Mar, pero  él lleva  38 años labrando la tierra y en su visita al pueblo de Sabana de la Mar, conoció a la madre de sus hijos, a quien enamoró y conquistó para que se fueran al campo a vivir.
CERCA DE VIVIR EN EL PUEBLO
A esta familia de extrema pobreza la vida le puede cambiar de un momento a otro, ya que por gestiones del técnico del ministerio de  Medio Ambiente, Carlos López Calcaño, el cabildo de Sabana de la Mar, decidió ceder donar un solar en la calle Seibo, marcado con el número 105, donde con ayuda del gobierno, cualquier persona, empresa o institución decida ayudar a esta familia a tener un techo seguro y los niños puedan acceder a los estudios.
UBICACIÓN
La Llanada de Los Haitises es el centro de la reserva científica, donde antes del desalojo llevado a cabo por el presidente Joaquín Balaguer, en 1991, se cultivaba arroz, yautía y cacao
Era una parte muy poblada por campesinos que venían de otros pueblos del Cibao, que fueron llenando el cenagal, para cultivar la tierra.
Pocas personas en el municipio costero de Sabana de la Mar, distante a unos 40 kilómetros al Este de donde aguarda esta familia cimarrona, conocen de su vida silvestre y creen que es una leyenda, porque nadie podría sobrevivir en las condiciones narradas.
Para ayudar a sacar de Los Haitises y construir su casa a esta familia en Sabana de la Mar puede comunicarse los teléfonos  de Carlos López Calcaño (El Carnal) 829-8875885 y Alexis Vega 809-705-3364 o depositar en la cuenta 769.-663-451 del Banco Popular Dominicano

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